sábado, 20 de noviembre de 2010

Bienes privados suministrados por el Estado. Sistemas de racionamiento.



A veces, cuando el Estado suministra un bien privado, permite a los individuos consumir tanto como necesiten sin coste alguno. Hay que tener en cuenta que en el caso de estos bienes, producir una unidad adicional tiene un coste marginal, pero al ser gratuitos tendría lugar un consumo excesivo, tanto como que el individuo demandará hasta el punto en el que el beneficio marginal que le proporciona es cero.



Puede ocurrir que si los costes de gestión son muy altos, sea más eficiente que el bien privado sea suministrado por el Estado y que lo financie a través de impuestos, incluso cuando estos crean una distorsión. Hemos de comparar:

  • El ahorro de costes de transacción y la ganancia derivada del aumento del consumo

  • La pérdida provocada por un consumo excesivo del bien, y la pérdida provocada por las distorsiones que crean los impuestos utilizados para recaudar los ingresos necesarios para financiar la provisión del bien


Los Gobiernos tratan de encontrar algunas maneras de limitar el consumo de estos bienes. Esto es lo que se llama mecanismos de racionamiento:

  • El sistema de tasas por el uso. (Ejemplo: las autopistas de peaje). Este sistema tiene la ventaja de los que los costes son soportados por los que más se benefician. Pero la tasa por uso genera un consumo por debajo del nivel eficiente. Por otra parte, la gestión del cobro de las tasas, aumenta los costes de transacción.

  • La provisión uniforme. Consiste en suministrar la misma cantidad de bien a todo el mundo. Este sistema ahorra costes de transacción, pero, por lo general, los agentes tienen disposiciones a pagar diferentes. Si el bien fuera suministrado por una empresa privada, establecería un precio igual al coste marginal, y las cantidades demandadas serían distintas. El Estado establece una cantidad suministrada intermedia, en la que los que deseen comprar más pueden hacerlo, pero no así los que desean comprar menos, que consumirán en exceso.

  • Colas. El gobierno obliga a los ciudadanos a pagar un coste en forma de tiempo de espera. Este sistema tiene la ventaja de que es un criterio independiente de la renta. Sin embargo, las colas tampoco es un instrumento perfecto para determinar quién necesita más el servicio. La disposición a estar en la cola también depende del tiempo libre. Además, el coste del tiempo pasando haciendo la cola es una pérdida de bienestar de los consumidores de la que nadie se beneficia.


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